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sábado, 14 de febrero de 2015

El Comienzo De Una Nueva Vida: Capitulo 8

Capítulo 8

PV Stana

Me sentía hipnotizada ante su mirada. No podía pensar en otra cosa que no fuera el cómo sabría sus labios, si besaría tan bien como decían…
Mire a sus ojos mientras que poco a poco nos empezábamos a acercar. No había nada que nos impidiera ese beso. Ya podía sentir su sabor en los míos, la suavidad de ellos contra los míos, pero antes de que llegásemos a rozar nuestros labios, un móvil sonó y el hechizo en el que nos habíamos sumergido estalló.
Nos separamos aun mirándonos a los ojos, con mil preguntas en ellos y nos pusimos a buscar el móvil. Era el mío. El sonido del móvil paro.
Lo cogí y mire la pantalla. Kris me había llamado.
Fruncí el ceño. ¿Qué querría ahora?
- ¿Pasa algo…? - dijo mirándome a los ojos.
Alce la mirada y lo mire perdida.
- No… - logre decir. – No, tranquilo… Se habrán confundido… - dijo con una pequeña sonrisa.
¿Por qué mentí? Ni yo misma lo supe. Guarde el móvil en el bolso que estaba cerca del sillón y me volví otra vez hacia él. De repente me puse nerviosa al darme cuenta de lo cerca que habíamos de darnos ese beso tan deseado por mí, y esperaba que también por él.
No me atrevía a mirarle a la cara. Dios, ¿Qué pensaría de mí? Teniendo novio y yo queriendo besarle. Me mordí el labio. Un nerviosismo se apodero de mí. No me atrevía a mirarle a la cara por miedo de ver en la suya algún signo de decepción al intentar besarnos.
Estaba entretenida en mis pensamientos, cuando su mano se acercó a mi barbilla y me alzo la cabeza para que lo mirara.
- Stana, ¿te encuentras bien? – dijo mirándome a los ojos.
Le mire a esos ojos que me capturaron desde el primer momento en que lo vi en aquella sala.
No podía apartar mi mirada de la de él, mientras sentía como la mano que tenía en mi mejilla acariciaba mi cara sin apartar su mirada de la mia.
Se palpaba la tensión que había surgido. Mi respiración se volvía cada vez más entrecortada. Sabia cuáles eran los síntomas pero no quería admitirlo.
Nos acercamos más el uno al otro, cogiendo la posición que teníamos antes de que el maldito móvil nos interrumpiera, pero ninguno cruzaba la línea. Mi mirada se alternaba entre sus ojos y sus labios, pero ninguno de los dos se atrevía a avanzar.
Pasaron varios minutos en los cuales nos quedamos así, quietos, mirándonos y él acariciándome.
No pude aguantar más aquella tensión. Necesitaba besar esos labios que me llamaban, ya habría tiempo después de lamentarse y echarme la culpa por engañar a Kris.
Me acerque a él, en un movimiento rápido y pose mis labios contra los suyos, disfrutando de aquel sabor. Tan rápido como le bese, me retire y me levanté del sillón. Cogí mis cosas y me encamine hacia la puerta.
Estaba abriéndola, cuando una mano me agarro del brazo…

PV Nathan

La sujete antes de que saliera y volví a unir nuestros labios, esta vez con más pasión en ellos.
- No huyas, por favor… - dije en un susurro sobre sus labios. Le volví a dar un tierno beso sobre ellos, y uní nuestras frentes.- Me gustas Stana… Me gustas desde que te vi en la primera prueba… ¿Por qué huyes de mí?
Stana suspiro cerrando los ojos, como si todo eso le superara.
- Nathan, yo… - empezó a decirme, pero se cayó apretando los ojos fuertemente.
Vi como ella agachaba la mirada algo insegura.
- Stana… No pasa nada… - susurre mientras levantaba su cabeza. – Conmigo vas a estar bien… - dije con media sonrisa.
- No Nathan… Mo esta nada bien… - dijo ella con la voz rota. – Recuerda que yo tengo pareja… No debí besarte, pero Kris y yo no estamos pasando por un buen momento, yo… - se le corto la voz.
Al confesarme eso, sentí como mi corazón se partía en mil pedazos. Me había pasado.
- Yo… No pretendía estropear nada, de verdad…
No sabía que decir. Era cierto que fue ella quien dio el primer paso hacia el beso, pero creo que había sido mejor haberla dejado marchar.
La mire como asentía ante mis escasas palabras y como delicadamente se deshacía de mi agarre.
- No importa…. – dijo tristemente sin mirarme.
-Lo siento… No pensé lo que hacía, lo último que quiero es que tengas problemas con el… Tiene mucha suerte de tenerte… No volverá a pasar…
Ella solo asintió, se dio la vuelta y salió por la puerta, no sin antes vislumbrar lagrimas recorrer su rostro.
Al desaparecer ella por la puerta, mi mundo se vino abajo. En realidad deseaba que ella me dijese que todo estaba bien, que no le quería o algo parecido. Pero no era así. Y era normal. Era una mujer extraordinaria, era normal que no estuviese sola.
Me di la vuelta y empecé a recoger todo. Me sentía un miserable. Ella solo se despidió un seco “Adiós”.
Cerré un instante los ojos y trate de olvidar el mal momento, hacer como si nada hubiera pasado. Lo mejor era poner distancias, tratar de olvidarlo, hacer como si nada de eso había pasado.
Tenía que mantener las distancias, no quería que nadie viniera a partirme la cara por haber besado a su chica… Una chica tan perfecta… Me estremecí ante esa idea.
Suspire y volví a mi tarea de recoger ese desastre. Cuando estuvo todo limpio, me metí en la cama, no quería saber nada de nadie, no quería sufrir no pensar en nada. Solo quería descartar y relajarme, esperando a ver qué pasaba al día siguiente en el rodaje, cuando nos viéramos en el plató.
Caí enseguida rendido pero sin poder evitarlo, soñé con ella, con sus dulces labios, el pequeño pero tímido y excitante mordisco que me dio, sus suspiros, sus miradas, sus sonrisas. Estaba excitada, igual que yo. Se le notaba que quería tanto como yo ese beso, pero simplemente paso de largo.
Quizás se sintiera culpable, era ella la que tenía pareja y no yo…

PV Stana

Salí del apartamento de Nathan casi corriendo. No podía creer que me dejara llevar por mis impulsos, pero me deje llevar y le bese.
Me pare en una esquina de la calle y cerré los ojos al rememorar ese beso y el beso que él me dio después.
Sonreí inconscientemente al recordarlo y me toque los labios con la punta de los dedos. Realmente quería besarle. La discursión que tuve con Kris era una de las más grandes que habíamos tenido pero aun así yo estaba con él, ya era demasiado tiempo el que estábamos juntos.
Me encamine hacia la esquina de la calle buscando un taxi para que me llevara de vuelta a casa.
Una vez en casa, todo el mundo estaba acostado, así que fui directamente a mi habitación, cuando entre, Kris no se encontraba allí y suspire de alivio. No sabía cómo enfrentarme a él después de haber besado a Nathan.
Me quite el vestido lentamente y me metí en la ducha. Una vez allí no deje de pensar en esa noche.
Había resultado, en su conjunto, mágica. Sonreí al recordar como ambos preparamos la cena, el cómo nos complementábamos en la cocina y en las bromas que me decía durante esta.
Y por fin recordé, otra vez, el beso…
El que yo le di, a modo de detonante al otro que el medio. Sonreí y cerré los ojos saboreando en mis labios el sabor del beso.
Salí por fin de la ducha y, poniéndome el pijama, me metí en la cama pensando en cómo iba a mirarle al día siguiente en el plató de la serie.

Al día siguiente me levante más pronto de lo normal y es que no había dormido casi por estar pensando en que fui una imbécil al besarle, pero no lo pude evitar.
Tome mi desayuno en silencio bajo la atenta mirada de mi madre, quien me preguntaba en silencio que era lo que me tenía tan callada aquella mañana.
Me arregle y salí directa al plató donde se rodaba la serie.
Cuando llegue, me encontré a Tamala en maquillaje, quien me miro extrañada por la cara que llevaba.
- Hola, chica… ¿Y esa cara…? – dijo mientras me sentaba a su lado para que las maquilladoras me prepararan.
- Hola… - sonreí. – Nada, solo que dormí mal anoche…
Tamala alzo una ceja a modo de interrogante.
- ¿Qué tal la cena…? – dijo de manera inocente.
- Bien… - simplemente conteste. – Estuvo muy bien…
- Ya… - dijo solamente mirándome con esa mirada interrogativa en los ojos atravesó del espejo.
- Que… - dije sin más.
- Te pasa algo… - dijo ella sin parar de mirarme. – Y me lo contaras…
- No me pasa nada, de verdad Tamala…
- ¿Que paso anoche? Cuéntamelo con todo lujo de detalles… - dijo poniéndose de cara a mí.
Mire hacia los lados, estábamos solas.
Suspire y la mire desde mi sitio.
- Pues llegue, y se le había quemado la comida así que la preparamos entre los dos…
- Mmmm eso suena muy sexy… - dijo con una sonrisa.
Puse los ojos en blanco.
- Después cenamos y charlamos… - dije. No quería decirle lo del beso.
Tamala entrecerró los ojos al ver cómo me callaba.
- ¿Y que más…? – dijo entrecerrando los ojos.
Iba a contestar cuando Nathan entro en el cuarto de maquillaje con Seamus.
Nos miramos a los ojos sin decir nada, pero rápidamente desvié la mirada.
- Debo irme… - dije levantándome. Y salí de allí todo lo deprisa que pude.

domingo, 1 de febrero de 2015

La Magia del Amor: Capítulo 2

Capítulo 2

Mientras ellos tomaban el café, la puerta de la cafetería se abrió, dando paso a un chico que entro rápidamente a saludar a Ruby, subiéndose en un taburete, seguido de una morena de labios rojos y vestido gris y tacones negros, que era seguida don por una rubia con vaqueros, botas negras, camiseta blanca y chaqueta de cuero roja.
Entraron de la mano mientras la rubia susurraba algo en los oídos de la morena, que sonreía mientras se mordía el labio.
Se acercaron dónde estaba el chico y saludaron a la camarera.
- Hola Henry… - dijo Ruby revolviéndole el cabello al muchacho. – Señora Alcaldesa… Rubia… - dijo saludando a las otras dos mujeres.
- Hola Señorita Lucas…
- Rubs… - dijo Emma mientras se sentaba.
Pidieron su desayuno y esperaron.
Cuando paso Ruby cerca donde estaban los dos forasteros, fue llamada por Beckett.
- Perdona Ruby… - dijo a la camarera. – Estoy buscando a alguien…
- Oh… - dijo parándose y mirándola. – A quien…
- Se llama Emma Swan…. Es la Sheriff de aquí…. – dijo mirándola a los ojos. - ¿Me podrías decir donde esta…?
Ruby entrecerró los ojos…
- Oh… Si… - dijo finalmente con una sonrisa. – Acaba de entrar… Esta allí… - dijo señalando a Emma y Regina y niño que desayunaban entre risas.
Beckett sonrió al reconocer a su amiga y se levantó encaminándose hacia la rubia que en ese momento le susurraba algo en el oído de la morena.
- ¿Asique esta es tu querida y amada alcaldesa por la cual tanto suspirabas en Nueva York, no Sheriff Swan…? – dijo Beckett con una sonrisa en los labios.
La rubia alzo la mirada cuando escucho esa voz al mismo tiempo que la morena y miraron a la detective con una sorpresa en la cara.
- ¿Kate…? – dijo sorprendida Emma.
- Hola Emma… - dijo sonriendo la detective.
Emma se levantó con una sonrisa en la cara y abrazo a la detective.
- Que haces aquí, tan lejos de tu querido Nueva York… - dijo mientras se separaba de Kate y la miraba a los ojos.
- Larga historia… - dijo con una sonrisa. – Quería pedirte un favor… - dijo mirando a la rubia a los ojos.
- Claro… - dijo la Sheriff con una sonrisa. – Pero espera, te presento a Regina Mills, Alcaldesa de StoryBrooke, mi novia y este de aquí es nuestro hijo Henry… - dijo señalándoles.
Kate sonrió a la mujer y al chico, que le devolvieron el saludo con una sonrisa.
- Gracias de verdad, Emma… - dijo aliviada Beckett. – La verdad es que el tema es muy delicado… - dijo mirando a Emma a los ojos.
- ¿Kate…? – dijo Castle acercándose.
- Oh, perdona…. Emma, este es Richard Castle… Castle, esta es la Sheriff Emma Swan… - dijo haciendo las presentaciones.
Ambos se saludaron.
- Nosotras hemos terminado de desayunar… - dijo la rubia mirando a la pareja que estaba enfrente de ellas. –  Vamos a la comisaria, allí hablaremos más tranquilos.
- Henry, cariño, tienes que ir al colegio…- dijo Regina dirigiéndose a Henry.
- Pero mama… - dijo protestando.
- Ya has oído a tu madre, chico… - dijo la rubia revolviéndole el pelo.
- Emma, quiero ir con vosotras…
- Henry….
- Vale… - dijo con resignación.

Ya en la comisaria, Beckett y Castle le contaron por qué estaban allí. Emma y Regina escuchaban atentamente la historia.
- Tranquilos… - dijo Emma con una sonrisa. – Os ayudaremos en lo que sea… ¿Verdad Regina?
- Claro… - dijo la alcaldesa con una sonrisa.
Kate sonrió a su amiga rubia y a la morena.
- Muchas gracias, de verdad… - dijo mirándolas a los ojos y con una sonrisa.
Emma y Regina se miraron.
- Existe un pequeño problema… - dijo Emma mirándolos y mirando a Regina.
- ¿Estas segura, Emma…? – dijo Regina alzando una ceja.
- Nena… - dijo Emma girándose hacia la morena. – Es de fiar…
- ¿Tu detector de mentiras…? – dijo la alcaldesa con una sonrisa y alzando la ceja.
- Claro… - dijo con una media sonrisa la rubia. Se dio la vuelta y miro a la detective y al escritor. – Esto que os vamos a contar es un secreto. No debe salir de este pueblo, ¿entendido?
Beckett y Castle se miraron un momento a los ojos y luego miraron a Emma y a Regina.
- Tranquilas, no diremos nada…. – dijo Kate con una sonrisa. - ¿Verdad, Castle…?
- Claro… - dijo el escritor con una sonrisa. – No saldrá nada de mis labios…
Las dos mujeres se miraron.
- Esto os parecerá un poco surrealista, pero os prometo que cuando me lo contaron a mí, no me lo creí, pero es verdad…
- Emma, me estas asustando… - dijo la detective neoyorkina.
Emma miro a Regina, quien asintió levemente.
- StoryBrooke no es un pueblo cualquiera, es especial… - comenzó la rubia Sheriff mirándolos a los ojos – Especial en el sentido de que sus habitantes son especiales…
- Oh vamos, Emma… - dijo Regina cruzándose de brazos y mirando a la rubia.
- Ya voy, tranquila… - dijo mirándola y después mirando a Castle y a Beckett. - En resumen, somos personajes de cuentos….
Kate y Richard se quedaron mirando a las dos mujeres.
- ¿Cómo personajes de cuentos…? – pregunto Castle. - ¿Tipo, Blancanieves y los 7 enanitos? – dijo con una sonrisa.
- Si… - respondió Emma.
Ambos se rieron. N era posible. Miraron a las mujeres mientras se reían de lo que ellos se pensaban que era una broma. Pero pararon cuando vieron  que tanto Emma como Regina no se reían.
- Oh vamos Emma… - dijo al fin Castle. – Si todos en este pueblo son personajes de cuento, quien eres tú, la Reina Malvada de Blancanieves? – dijo mirando a la rubia.
- No querido… - dijo Regina con una sonrisa ladeada mirando a Castle. – La Evil Queen soy yo… Ella… - dijo señalando a Emma. – Es la hija de Snow White y el Príncipe Charming… - dijo con una media sonrisa.
Tanto Castle como Beckett se quedaron callados mirando a la rubia, esperando que lo negara.
- Es cierto, Kate…. – dijo con un suspiro Emma acomodándose en su silla de Sheriff. – Regina es aparte de mi prometida, la Evil Queen,  la madrastra de Snow White, y Snow es mi madre…
Kate y Castle se quedaron con la boca abierta.
- Es… - empezó Kate. – No me dijiste nada cuando nos conocimos….
Emma se hecho a reír.
- Me hubieras tomado por loca… - dijo Emma con una sonrisa.
- No puede ser posible… - dijo Castle. – Yo como escritor, lo veo imposible…
Regina iba a contestar cuando unos pasos la interrumpieron seguidos de unos gritos y sonido de que estaban corriendo por el pasillo.
- ¡Ema…! – dijo la vocecita de un niño mientras entraba por la puerta de la comisaria.
Un niño muy parecido a Emma llego corriendo y se tiró a los brazos de la rubia. El niño era rubio, de tez blanca y una gran sonrisa en los labios. Abrazo a su hermana con fuerza.
- ¡Ei…! – dijo Emma cogiendo a su hermano. – Hola chico….
El niño abrazo a su hermana con fuerza y le dio dos besos.
- ¿Para mí no hay? – dijo Regina sonriendo al niño.
El niño se separó enseguida de su hermana y miro a Regina con una sonrisa.
- ¡Gina…! – dijo emocionado y se tiró a los brazos de la morena.
- Hola Daniel… - dijo sonriendo la Reina Malvada mientras lo abrazaba.
La verdad es que el pequeño sentía una gran devoción por la morena, incluso desde que era un bebe.
Por el pasillo que desembocaba la comisaria, se oían otros pasos apresurados y por la puerta aparición una Mary Margaret toda sofocada.
- Daniel, cariño…. ¿Cuántas veces te he dicho que no corras así cuando venimos a ver a tu hermana? Podrías hacerte daño… – dijo y se detuvo al ver a dos forasteros con Emma y Regina. – Oh… Lo siento…
- No pasa nada, Snow… - dijo Regina con una sonrisa aun con Daniel en sus brazos.
- Ella es Snow White…? – pregunto Castle con la boca abierta.

- Si, Castle…. – dijo Emma con un suspiro. – Ella es Snow White, mi madre… Y este monstruito de aquí…- dijo despeinando el pelo de Daniel que se enfurruño ante el gesto de la rubia. – Es mi pequeño hermano, Daniel Charming White.